Interioridad y política
Introducción
¿Cuál es la relación entre la política y la interioridad? ¿Hay efectivamente alguna relación no simplemente azarosa entre ambas? Y, si la hay, ¿es una relación fácil o compleja? ¿Cuál es el valor de la interioridad para la política? ¿Cuál es el valor de la política para la interioridad?
¿A qué nos referimos cuando usamos cada uno de estos dos términos? De manera preliminar, casi intuitiva, podemos establecer que, de entrada, parece haber un cierto desacuerdo entre la lógica de la interioridad y la lógica de la política. La política tiene que ver con la preocupación por lo público: su objeto es la república, los asuntos de la vida social, lo que se discute en el ágora. La interioridad, en cambio, parece que nos remite al ámbito de lo privado la experiencia interior es, más bien, la de quien se aleja de la ciudad y, al margen del mundanal ruido, intenta escuchar la voz de Aquel que solo habla en el corazón del silencio. Lo sagrado diríase que no se revela en medio del bullicio de la plaza pública. La experiencia interior requiere la búsqueda de la soledad necesaria para oír el susurro del Ausente, del Callado. do. Si admitimos que la mística es el paradigma privilegiado del cultivo de la interioridad, ¿no indica esto que el Espíritu solo se revela «al margen» de las tribulaciones políticas de los hombres, «al margen» de la historia pública?