Qué hacemos para que el Estado asuma por completo la pluralidad social existente, y sea reflejo de una sociedad laica
Introduccion
Una nueva mirada laica a una sociedad plural
La historia moderna de la libertad religiosa y de conciencia nace de manera definitiva con la firma de los tratados de paz de Westfalia en 1648. Se pone fin a siglos de las llamadas «guerras de religión», reconociendo un nuevo principio jurídico regulador de la coexistencia pacífica entre las naciones europeas: el principio de tolerancia religiosa. Principio que, a pesar de su aparente debilidad -tolerar al que no comparte tus ideas es tolerar al «equivocado»-, va conquistando progresivamente todos los ordenamientos jurídicos empapándolos de una nueva mirada abierta y liberal.
Sobre la tolerancia se irá construyendo, lenta pero inexorablemente, el edificio de la protección de los derechos humanos y de la democracia política. De algún modo, se podría decir que el largo camino de la sociedad moderna hacia la democracia tiene en la instauración de la tolerancia religiosa como paso inicial. Poco a poco se introducen ideas encadenadas en la sociedad europea: si es posible «tolerar» a una nación protestante en centro Europa, ¿cómo justificamos no tolerar a una minoría protestante en nuestra «muy católica» nación?; y si en aquello que preconizamos como lo más importante y determinante, la relación del ser humano con la divinidad, podemos ser tolerantes ¿no deberemos también ser tolerantes con los asuntos del gobierno de los hombres por los hombres? ¿Encontraremos alguna excusa para negar el pluralismo político si garantizamos el pluralismo religioso?