Sería un gran error
Muchos consideran que las del 25 de mayo son las elecciones europeas más importantes desde que existe el Parlamento Europeo. Podría parecer un exceso de solemnidad, típico de este tiempo líquido nuestro que tan a menudo exagera la trascendencia de las cosas irrelevantes precisamente para compensar su poquedad. Sin embargo, me temo que esta vez hay razones objetivas para ponerse solemne.
En efecto, es la primera vez en la historia en que ir a votar al Parlamento Europeo será una manera de elegir al presidente de la Comisión Europea. El Tratado de Lisboa, que tiene tantas carencias, aportó también algunas virtudes. Y una de las más importantes es esta: facilitar que las elecciones al legislativo europeo se parezcan más a las elecciones a los legislativos estatales. Cuando en España se convocan elecciones a las Cortes Generales, todo el mundo sabe que está eligiendo al futuro inquilino de la Moncloa. Pero en el caso del Parlamento Europeo, no era así: hasta ahora no había ningún vínculo directo entre estas elecciones y el presidente de la Comisión. A Barroso lo eligieron los 27 en el seno del Consejo Europeo.