Se complementan las personas, no los géneros
Retomamos, a riesgo de aburrir al más devoto del tema, nuestra serie de artículos sobre la posición de la jerarquía católica de nuestro país sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. Si lo recordamos, en los tres artículos anteriores, nos centramos en dos cuestiones de forma y una de fondo. En el primero, nos fijamos en las dificultades con que ciertos sectores de la institución eclesial asumen la secularización del Estado y la autonomía del poder civil en relación a la Iglesia. En el segundo, valoramos cómo la falta de democracia interna en la Iglesia afecta ala legitimidad del Magisterio, dado su carácter no revelado. En enero, analizamos el carácter discriminatorio de un Código Civil que hasta ahora no contemplaba la posibilidad del matrimonio no heterosexual. Si los cristianos deben estar contra todo tipo de discriminaciones, ¿por qué no iban a estar a favor de las bodas entre homosexuales?