Un presidente fuerte para la Comisión
En un sistema federal “clásico” hay muchos “presidentes”, pero las competencias están bien delimitadas y se sabe quién tiene que responder de qué responsabilidades: están los presidentes de los niveles subestatales (por ejemplo, las comunidades autónomas españolas, o los länder alemanes, para citar los que tienen competencias legislativas); están los presidentes de las cámaras legislativas estatales (el parlamento y el senado); luego está el presidente del gobierno o primer ministro, y en último término está el presi-dente de la República, o el jefe del Estado. (Solo en los Estados Unidos estas dos últimas funciones están asimiladas en un único cargo). Esta “dispersión institucional” permite un sistema de equilibrios y contrapesos, una condición misma para la existencia de un sistema democrático. Pero esto no debe confundirse con la “bicefalia”: la dirección política de la sociedad y, por ende, la responsabilidad última en la toma de decisiones siempre recae en una de estas figuras: el presidente de la República en el caso francés, el presidente del gobierno en el caso italiano, español o alemán.