Desde hace ya meses, los mercados financieros han acorralado a Europa, a sus gobiernos, a sus ciudadanos. Les someten a un chantaje dramático, que a trazos gruesos se podría resumir así: “o salváis el euro o salváis el Estado del bienestar -esto es, el gasto público vinculado a las políticas sociales- pero no podéis preservar ambas cosas a la vez”. El pacto del euro, acordado hace pocos meses por el Consejo Europeo, es ambivalente. Por un lado. supone un reforzamiento de la coordinación de las políticas macroeconómicas de los Estados miembros, es decir, supone un paso adelante hacia el gobierno económico europeo y, por lo tanto, puede ser leído