Érase la historia de Blair, Giddens y demás predicadores de la Tercera Vía, que iban por Europa decretando el fin de la división entre izquierda y derecha, cuando de repente la realidad política del continente se les cayó encima y el espejo en el que se miraban se rompió. La dimisión repentina del ministro de Hacienda alemán, Oskar Lafontaine, ha convertido la Tercera Vía en un espejismo, porque ha demostrado no sólo que en Europa occidental hay diferencias irreconciliables entre derecha e izquierda, sino que la lucha política entre los que encarnan launa y los que encarnan la otra es bastante más mortal de lo que a estas alturas estábamos acostumbrados.