Cuando Catalunya decide su futuro

Es sabido. La gran anormalidad de la democracia catalana, si se contextualiza en el marco del resto de democracias europeas, es que en ella el combate político, desde la transición y la recuperación de las libertades, no se ha centrado en el eje clásico izquierda-derecha, sino en otro eje, diríamos específico del tablero político catalán, como es el eje España-Catalunya. Las campañas electorales de las autonómicas se centraban más en la capacidad de los partidos para defender «los intereses de Catalunya», que en su capacidad para defender los intereses de una u otra de las clases sociales que forman este país. Fue la obra maestra de Pujol, que le permitió vencer cómodamente durante dos décadas.

Con la llegada del tripartito, si vamos a los hechos y dejamos el ruido aparte, esta anormalidad empezó a corregirse. La alianza para formar gobierno se fraguó de acuerdo con la lógica izquierda-derecha: los tres partidos de la izquierda, PSC, ERC e ICV formaron mayoría, con un programa claramente social. Después de tres años de ejecución presupuestaria, la obra de gobierno realizada por el tripartito es la mejor prueba posible del abismo que media entre un gobierno de izquierdas y uno conservador, también a nivel autonómico. La mejor prueba de cómo entre el modelo de Estado de Bienestar de la izquierda y el de la derecha nacionalista hay un mundo.

Vayamos punto por punto. ¿Qué gobierno ha hecho un pacto nacional por la educación, que permitirá poner freno a la creciente divergencia entre la calidad de la escuela pública y la de la escuela concertada que venía sufriendo Catalunya en el último lustro, a cuenta del aumento de los alumnos inmigrantes? ¿Qué gobierno catalán ha conseguido arrancar del Ejecutivo central un pacto sin precedentes para financiar el déficit estructural de la sanidad catalana? ¿Qué gobierno ha impulsado un plan de vivienda que ha construido -o empezado a construir- en tres años el triple de viviendas sociales que los gobiernos anteriores en cuatro? ¿Qué gobierno ha aprobado una ley de prestaciones económicas de carácter social que según las estimaciones hechas reducirá, en el plazo de seis años, la pobreza en Catalunya en un tercio? ¿Qué gobierno ha incrementado en 2000 efectivos la plantilla de los Mossos d´Esquadra, casi un 15% más?

Miremos el capítulo que miremos, educación, salud, vivienda, servicios sociales, seguridad, la comparación no ofrece dudas. Hay un modelo de Estado de Bienestar de izquierdas, que cree en el sector público y su capacidad para distribuir igualitariamente las oportunidades, y un modelo, el de CiU, que segrega la escuela concertada de la pública, incapaz de atajar la degradación financiera de la sanidad pública, sin política de vivienda social, que propone eliminar un impuesto tan progresivo como el de sucesiones, y no seguimos porque no hace falta. Catalunya, en unas autonómicas, lo que decide es qué modelo social prefiere, cuál elige.

El reto de los socialistas catalanes es convencer a una parte del electorado catalán que los apoya en las generales, pero que no acaba de hacerlo todavía igual de masivamente en las autonómicas, de que son éstas elecciones aquellas que más afectan su vida cotidiana. Es a este electorado a quien le va la vida en la calidad de los servicios públicos, de los colegios, los hospitales, la seguridad. En las autonómicas no nos jugamos ya, una vez aprobado el Estatut, la identidad y el reconocimiento de Catalunya, sino el tipo de Estado del Bienestar que queremos para nosotros, nuestros hijos y nuestros padres.