Acabamos nuestra entrega anterior con la siguiente conclusión: la consecuencia práctica de la fe es que libera la libertad humana de sus egoísmos que, como diría Weil, son la gravedad de la “física del espíritu”. El alma que, sabiéndolo o no, ama a Dios verdaderamente se va asemejando a Dios poco a poco. Y como Dios ama a todos, es el amor a la vez universal y gratuito, el alma que cree en Él debería sufrir una modificación en su natural gravedad. Debería encontrar en ese amor gratuito hacia todos y hacia todo su vocación última, el sentido de su existencia