En las protestas ante el Banco Mundial en una pancarta se leía: ¿Quién debe a quién?
Ante todo debemos alegrarnos por la extraordinaria respuesta a la convocatoria sobre la abolición de la deuda externa, realizada el mismo día de las elecciones de representantes en el Congreso y el Senado. Existe una enorme sensibilización, no escuchada suficientemente por los políticos, para que los países ricos actúen con más decisión para acabar con la pobreza en el mundo. Hay recursos suficientes para ello. El servicio de la deuda constituye una pesada carga que atenaza a los países menos desarrollados.